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Razones por las cuales es malo vivir con incertidumbre

 

Vivir con incertidumbre, y no saber cómo enfrentarlo, es una experiencia incómoda y desagradable que puede llegar a escalar a niveles asfixiantes para muchas personas.

En este artículo conversaremos sobre el miedo profundo al desconocido mañana y el impacto que genera en la mente y el cuerpo.

Lo menos agradable de vivir con incertidumbre

Todos hemos experimentado, en algún momento de nuestra vida, esa intensa sensación de preocupación e intranquilidad al pensar ¿Qué pasará sí…? Siendo más frecuente al aproximarse un evento importante; una evaluación, una entrevista de trabajo, un viaje, una intervención médica o, también, las interacciones románticas, por ejemplo.

Reflexionar sobre las posibilidades desfavorables que nos depara el futuro, lo que puede ocurrir y lo que no, qué tanto nos perjudicarán los supuestos cambios o cuáles serán las reacciones a todo ello, representa una característica de supervivencia muy humana, pero que puede llegar a ser considerablemente problemática cuando se escapa de las manos.

Se le conoce como tolerancia a vivir con incertidumbre, a la capacidad de manejar y superar el desbordamiento de pensamientos sobre lo impredecible. No está de más decir que varía entre cada persona y define las consecuencias negativas relacionadas con el miedo al mañana.

Porque sí, existen numerosos estudios que asocian la intolerancia a la incertidumbre a diversas secuelas desagradables, dispuestas a modo emocional, psicológico y físico; que menoscaban la calidad de vida, dañando el organismo, deteriorando las relaciones sociales y alcanzando, incluso, impactos económicos graves.

Estrés, ansiedad y depresión

Entre las afectaciones directamente relacionadas con el hecho de vivir con incertidumbre se encuentran las reacciones establecidas como cuadros de estrés, de ansiedad anticipatoria y episodios de tristeza persistente y ánimo disminuido.

Quienes no pueden gestionar correctamente la falta de control que conlleva la ambigüedad del porvenir tienden a fomentar y priorizar los pronósticos de posibilidades negativas; en contraposición de una postura optimista, sobredimensionando y obsesionando los escenarios.

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Lo antes mencionado, a su vez, origina manifestaciones y alteraciones fisiológicas, conductuales y cognitivas que dependen, en gran medida, de la intensidad, frecuencia, persistencia y origen de los estímulos. Los más comunes son:

  • Ataques de pánico
  • Sensación de confusión o embotamiento
  • Sudoración excesiva
  • Aumento de la frecuencia cardiaca
  • Dolores en la zona torácica
  • Náuseas y mareos
  • Cambios en el estado de ánimo

Trastornos de la alimentación

Pensar lo peor de manera sostenida también se ha revelado como señal de riesgo en cuanto a desarrollar y amplificar diversas alteraciones en los hábitos alimenticios, tales como la ingesta compulsiva de alimentos, el aumento en el consumo de carbohidratos o la disminución progresiva de las raciones. Esto puede llevar a ciertas sintomatologías:

  • Cansancio, fatiga e irritabilidad
  • Ausencia de menstruación
  • Problemas para dormir o descansar
  • Malestar estomacal
  • Agotamiento mental
  • Perdida o aumento de peso desmedido
  • Restricciones hormonales y de crecimiento
  • Distorsión en la imagen personal.

Otras afectaciones físicas

Adicionalmente, vivir con incertidumbre puede conducir a patologías y anomalías generales del organismo, relativas a los sistemas cardiovascular, donde se resienten el corazón y los vasos sanguíneos; en el sistema inmune, con su respectiva incidencia en nuestra defensa y protección; el gastrointestinal, respiratorio o muscular. Por nombrar algunos.

¿Todo es tan malo como parece?

La habilidad de contemplar las posibilidades futuras puede ser un dolor de cabeza, como bien sabes, aunque lo cierto es que acentúa la inteligencia de nuestra especie. Permitiéndonos andar sobre aviso y adaptarnos a los acontecimientos, sirviendo de enorme ayuda en la construcción y obtención de lo que ahora somos como sociedad y como individuos.

Tenemos por costumbre el mirar más allá del ahora, de manera consciente e inconscientemente, puesto que resulta vital para tomar decisiones, planificar, imaginar y soñar.

¿Y qué dices de la incertidumbre de una buena lectura o de tu serie favorita? Que sería de la emoción por el descubrimiento si ya supiéramos exactamente lo que va a ocurrir. La sensación de libertad, de asombro y de superación genera crecimiento y bienestar.

Si no lo ves de ese modo, descuida. Aprender a mejorar tu tolerancia y aceptar el vivir con incertidumbre es posible, con un poco de paciencia y apoyo profesional.

Recuerda, no intentes luchar insistentemente con la incerteza de la vida, concédete el tiempo necesario para identificar metas y prioridades, ve un paso a la vez y reconoce que equivocarse es normal.

 

 
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