Los cambios bruscos de temperatura son siempre representados en nuestra piel, en especial en aquellas personas con pieles sensibles, quienes de por sí requieren un cuidado extra en su cotidianidad.
En las temperaturas bajas, las numerosas capas de ropa nos pueden proteger del frío; sin embargo, nuestro rostro, la gran parte del tiempo, es la parte de nuestro cuerpo que se encuentra constantemente expuesta.
La piel de nuestra cara, al igual que la piel de nuestras extremidades, tiende a ser muy sensible frente al frío. Son estos los momentos del año en donde debemos tomar mayor precaución con nuestra cara para evitar perjudicarla a largo plazo.
Para tomar las medidas adecuadas respecto al cuidado de nuestro rostro primero debemos saber: ¿qué es lo que pasa con la piel de nuestra cara cuando hace frío? Quédate para descubrirlo.
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Los efectos del frío en nuestro rostro
En épocas de baja temperatura, tales como el otoño o el invierno, los capilares sanguíneos de la piel se contraen disminuyendo los niveles de oxígeno en nuestro rostro, ocasionando que esta tenga mucho menos brillo y se vea un poco más pálida y apagada.
Estando expuestos a un ambiente frío, la producción de grasa natural en nuestra piel que nos lubrica y nos protege de agentes externos disminuye.
Generando que tengamos más tendencia a desarrollar picor, piel agrietada, pérdida de elasticidad, sensación de sequedad e incluso descamación, siendo perjudicial e incómodo para personas de cualquier edad, en especial para niños y adultos mayores, quienes son más vulnerables.
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Otras consecuencias del frío en nuestro cuerpo
- Puede debilitar nuestro organismo: las temperaturas bajas extremas pueden debilitar las defensas, ocasionando que tengamos más tendencia a desarrollar alergias en la piel o catarros.
- Acelera el envejecimiento de la piel: ciertos factores como el frío, el viento y la humedad, sumados a la contaminación ambiental, puede generar aparición de arrugas de forma prematura.
- Puede quemar la piel: exponer nuestro rostro a temperaturas bajas por un tiempo prolongado puede generar daños a los tejidos internos de la piel, ocasionando quemaduras que pueden ser incómodas y dolorosas para la persona que las sufre. Esto también se acompaña de entumecimiento, cosquilleo e hinchazón.
¿Cómo podemos cuidar nuestro rostro del frío?
- Hidratarse muy bien: En este caso, hablamos de dos tipos de hidratación: la interna y la externa.
- La externa vendría siendo a través del lavado del rostro con agua templada para promover su hidratación, así como cremas hidratantes para proteger nuestra piel de la resequedad, prestando mayor atención en la zona T de nuestro rostro. Recomendamos también usar un bálsamo para los labios para evitar que se agrieten.
- La hidratación interna vendría siendo mediante el consumo de agua, ya que nos ayuda a que nuestra sangre transporte el oxígeno extra que necesita nuestro rostro.
- Recomendamos consumir al menos 2 litros de líquido al día, incluyendo agua, sopas, jugos y alimentos con alto contenido líquido. Es importante también llevar una reserva de agua a donde quiera que vayamos para evitar una deshidratación repentina.
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- Alimentación balanceada: durante esta época del año necesitamos una dosis extra de vitaminas, es por eso que es necesario agregar suficientes frutas y verduras a nuestra dieta para que nuestro organismo no se debilite con el frío y para que nuestra piel pueda brillar más.
- Protección solar: puede parecer raro, pero el protector solar no se usa solo cuando hay calor y sol. Es esencial incluirlo siempre en nuestra rutina de skincare incluso en las temperaturas bajas, ya que nos protege de la sequedad del rostro, de las arrugas prematuras y de las rojeces que podrían aparecer en los cambios bruscos de temperatura.
- Evitar productos que promuevan la resequedad de la piel: recomendamos no usar productos tales como exfoliantes agresivos o limpiadores y tónicos a base de alcohol, porque estos pueden irritar la piel, causar resequedad y también picazón.
- Consultar a nuestro dermatólogo de confianza: si se tiene una piel más sensible de lo común, es necesario prepararse para dichas épocas y apoyarse en un especialista para aplicar los tratamientos correspondientes para cuidarse del frío.
Sabemos que en dichos ambientes necesitamos protección extra, por ende los productos que usamos en nuestra cotidianidad pueden no ser suficientes para protegernos de los daños del frío.